sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 40

8 de Mayo de 2012:

Habían pasado dos días.
Dos días desde que Adrián había salido del hospital. Dos días desde que él no respondía a las llamadas de ella. Dos días desde que Ka tomó la decisión de aparecer por comisaría.
Supo que por su bien tenía que ir a ver a Adrián en ese mismo instante. No se detuvo en mirar si la ropa que llevaba puesta la convencía para salir. Simplemente lo principal era eso: salir y llegar cuanto antes a casa de Adrián.
Durante el camino se imaginó mil escenas de reencuentro. Se imaginó a Adrián dándole las gracias por ayudarle, a ambos haciendo el amor, incluso a Adrián llorando por su padre y ella consolándolo. La última escena no era de gran agrado, pero sabía que podía suceder y sobretodo superarla, pues estarían juntos y ya nada iba a interponerse.
Sonrió de alivio cuando llegó a la casa de Adrián, y le abrazó con fuerzas cuando él la recibió. Sin embargo en ninguna de sus escenas sucedía aquello: Adrián se había quedado rígido con los brazos caídos, sin abrazarla, sin besarla.
-No esperaba verte- dijo con un tono sombrío y seco.
-Necesitaba verte... ¿Puedo pasar?- contestó Ka indecisa.
Adrián se hizo a un lado para dejarla pasar. Ka se dirigió al comedor cuando Adrián empezó la conversación:
-Ayer se llevaron a mi padre.
Ka tragó saliva.
-Era necesario.
-Yo no lo creo así.
-Adrián...
-Dime, ¿en qué momento pasaste de ser mi novia a la dueña de mís decisiones?
-Adrián, no era sólo tu decisión. La denuncia está a mi nombre, la que declarará en el juicio soy yo, no tú, no tengas miedo...
-No es miedo lo que siento, Ka, es rabia, ira... Me siento traicionado por alguien a quien amo.
-Ahora no lo ves, pero, no te he traicionado, simplemente he hecho lo que era mejor para ti...
-¿Para mi o para tu conciencia? ¡Eres una egoísta! A ti te abandonaron tus padres, pero tenías a tu abuela, yo en cambio no tengo a nadie.
-¡Me tienes a mi!
-No, en ti ya no confío.
-¿¡Y en tu padre si!?- gritó entre lágrimas ella.
-Ahora mismo ni confío ni tengo a nadie... Por tu culpa.
-Te estás pasando, Adrián, yo sólo quería lo mejor para ti, no me lo hagas pagar de esta manera...
-Ka, creo que es mejor que te vayas y no vuelvas.
Aquellas palabras atravesaron el corazón de Kairi, produciendo pinchazos y angustia.
-No... No quieres eso...
-No quiero verte.
-Adrián, nos queremos...
-Tampoco estoy seguro de eso.
Ka intentó respirar y poder caminar hacia la salida.
Kairi se levantó aquel día más destrozada que el día anterior. Tenia pesadillas con lo sucedido y Adrián no calmaba sus nervios rechazando sus llamadas.
Estaba sola en casa. Pero internamente la acompañaban un sin fin de sentimientos y pensamientos. Había sido una inútil, pensaba que no servía para nada y que eso la había hecho quedarse sola siempre durante toda su vida. Su madre la había abandonado, aquel chico la había maltratado, su abuela murió y ahora Adrián parecía abandonarla también. Era consciente de lo cruel que era el mundo con ella y se preguntó: "¿y si soy yo el error? Debo estar haciéndolo muy mal para que siempre acabe bien jodida".
Una lágrima cayó por su rostro. No podía llorar más porque no le quedaban fuerzas. Su cuerpo reaccionaba lento y su mente no atendía a la realidad. No supo por qué aquella mañana se dirigió a la cocina y cogió el cuchillo. Cuchillo que acabo rompiendo la piel de su muñeca izquierda en un corte horizontal y no demasiado profundo.
La sensación que le produjo ver ese hilo de sangre cayendo por su mano era difícil de explicar. Se sentía triste por haber llegado a ese extremo y a la vez sentía liberación.
Puso la herida bajo un chorro de agua bien fría y se la curó. Cuando dejó de sangrar y de doler relativamente decidió ocultarla detrás de una buena capa de maquillaje y una gran cantidad de pulseras. Apenas se notaba. Parecía que para ocultar heridas si servía.
El resto del día se había quedado en su habitación llorando. Su madre había entrado a dejarla comida, pero no tenía apetito.
Ana estaba demasiado preocupada por su hija. Se mudaría a Londres en pocas semanas y no estaba segura de dejarla sola y en ese estado. No quería abandonarla otra vez, pero tampoco podía retrasar mucho más su vuelo. Quizás ahora que lo habían dejado Adrián y ella, cedería a irse a vivir con sus padres. Quizás irse de España y empezar una nueva vida era lo apropiado.
Los días pasaban lentos al igual que los pensamientos. Kairi asumía poco a poco que siempre estaría sola, pero aquello no hacía que dejara de doler.
Un día su madre entró en su habitación e intentó convencerla de que comiera y saliera a la calle. Le dio un ataque de nervios al ver que su hija no reaccionaba, por lo que Ka llamó a David y quedó con él sólo para tranquilizar a su madre.
Se puso unos pantalones blancos y una camiseta de tirantes negra, como su estado de ánimo.
Habían quedado en el parque donde siempre habían fumado porros. Estaba entre unos edificios y apenas se veía policía por esa zona.
David terminó de liar el porro de Kairi y ella lo cogió con impaciencia para encenderlo y empezar a fumar.
-Te veo mala cara- dijo David.
-Vaya, gracias.
-Y más delgada. ¿Comes bien?
Ka le miró y sonrió.
-Hacía tiempo que no fumaba algo tan bueno, ¿nuevo camello?
David sabía de sobra que se había algún tema que Kairi quería esquivar lo haría con gran maestría y jamás hablaría sobre ello.
-Sí.
-Me gusta, felicítalo de mi parte.
-Está bien.
David no sabía muy bien por donde zanjar el tema que sabía de sobra había hecho que su amiga dejara de comer.
-Fuiste valiente, Ka. Te comportaste como una campeona.
Ka sabía de sobra de qué hablaba. También sabía que estaba enterado de todo gracias a Helena.
Dio una intensa calada.
-Me comporté como una gilipollas que metió las narices donde no la llamaban.
-Le salvarte.
-Si, ¿a qué precio?
Ka empezó a temblar. David la abrazó fuerte. Sabía que se iba a venir abajo.
-Me ha dejado...
-Lo sé, pero seguro que abre los ojos y ve que fue un error.
-No los abrirá. Dijo que no estaba seguro de quererme...
-Estaba enfadado, Ka...
-Me echó de su vida. Primero me dio las gracias por salvásela y luego me echó de ella.
-La verdad es que se ha portado como un cabrón... Pero Helena ha estado con él y lo está pasando fatal también...
-Por mi culpa...
-No te culpes, pequeña.
-No va a volver... Siento que...
-¿Qué sientes?
-Le echo de menos... Echo de menos sus besos de buenas noches, dormir juntos y abrazados, hacer el amor en silencio. Echo de menos como me miraba, como le gustaba que a mi me gustase, como me abrazaba cuando todo iba mal. Echo de menos escucharle hablar, sonreír a dos milímetros de sus labios. Echo de menos el ligero miedo a perderle, y parecerme increíble estar con él...Echo de menos que era la persona que más me protegía, la persona en la que me podía refugiar si algo iba mal, la liberación personificada... Y sobretodo echo de menos todos los planes que nos quedaron por hacer.
-Le querías mucho, es normal que sientas ese vacío. Pero pasará, pequeña, como todo pasa.
-No quiero que todo pase. Quiero que vuelva y me diga por qué se fue, por qué se terminó tan pronto...
-Lo peor de los finales es que nunca los ves llegar. Nos pillan de imprevisto y nos exigen un Adiós cuando apenas podemos reaccionar. Viene de golpe y lleno de golpes.
-No quiero más golpes, y a pesar de todo sé que muchos no dependen de mi... No sé qué hacer.
-Sonríe.

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