sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 38

4 de Mayo de 2012:

Enroscó entre sus dedos una vez más uno de sus cortos rizos marrones. Le encantaba ver como fuera amanecía y como dentro de su cama dormía su chica.
O mejor, su mujer, pues cuando la veía dormir desnuda a su lado se asombraba de lo fácilmente que reconocía los pequeños detalles que la habían hecho crecer y convertirse en adulta. Tenía la cara más delgada y la figura dotada de curvas que a él personalmente le volvían loco. Sus labios parecían más rojos y su sonrisa más perfeccionada, casi calculada. Incluso los gestos que hacía cuando estaba despierta y su propio habla parecía digno de una mujer casi perfecta.
Ahora su cabello era de color natural, castaño, y tan corto como podía ser un cabello rizado que llegara por los hombros. Su vestimenta cambió del todo. Kairi tenía el armario repleto de sencillos vestidos, camisetas de gasa, faldas... Ya no se privaba de enseñar quién era realmente.
Adrián por su parte había crecido, era un poco más alto. Había entrenado bastante, había adelgazado y marcado su cuerpo. Había empezado a dejar de afeitarse la poca barba que le salía, y le daba un toque bastante varonil que a Kairi le volvía loca.
Había pasado mucho tiempo desde que se conocieron. Habían vivido muchas experiencias. Compartieron juntos mañanas de amor, tardes de fiesta acabadas en noches de locuras y pasión. Habían conocido lo que era ser adulto, pues Ka tenía los dieciocho años cumplido, y, aunque a Adrián le quedaban dos meses, aparentaba hasta veinte años.
Vivieron juntos todas las estaciones del años, todos los atentados, todas las noticias que cambiaron el mundo, pero no su mundo. Vivieron peleas, reconciliaciones, besos, abrazos, golpes y alguna que otra lágrima.
Un bostezo de Ka sacó de los recuerdos a Adrián. Ella se giró para mirarle. Se sonrojó como cada mañana que le encontraba a su lado, y se tapó ligeramente con la sábana su cuerpo.
-Buenos días, preciosa- le dijo Adrián besándola.
-Mmmm... buenos días, cariño.
-Todavía no he preparado nada, ¿qué quieres desayunar?
-Oh, déjalo. Hoy había quedado con mi madre para empezar a empaquetar sus cosas. Dentro de un mes se irá a Londres. La casa de mi abuela quedará totalmente vacía para ti y para mi.
Ka se abrazó a Adrián. Ya sentía el futuro que tanto había soñado en sus manos. Vivir cada segundo de cada día junto a él, tener su casa donde no tendrían que esconderse de nadie, ganarse la vida juntos, luchando día a día por su relación.
-Está bien. En ese caso deberías ir vistiéndote. Son las doce y ni nos hemos dado cuenta.
-Claro.
Ka empezó a vestirse mientras Adrián se ponía unos calzoncillos para despedirla.La acompañó hasta la puerta en silencio.
-¿Nos vemos esta tarde?- dijo en voz baja.
-¿A la hora de siempre?
-A la hora de siempre.
-Paso a buscarte. Adiós, cariño.
Se despidieron con un ligero beso en los labios.

Horas más tarde...

Tras haber pasado toda la mañana y parte de la tarde ayudando a su madre a empaquetar ropa de invierno, de otoño... cremas, fotos... y la gran cantidad de objetos personales que había acumulado en aquella casa, se dio prisa en ducharse y arreglarse para ir a ver a Adrián.
Hacía días que habían estado quedando con sus amigos y apenas se habían visto a solas menos la noche anterior. Estaba deseando volver a repetirlo, asi que en cuanto pudo se hallaba tocando la puerta de Adrián, a la hora de siempre. Y él abrió como siempre. Menos por un detalle.
Ka entró en casa rápidamente, encendió la luz y agarró a Adrián de la barbilla.
-¿Qué ha pasado?- preguntó seria.
-Olvídalo, Ka, da igual...
Ka acarició con delicadeza el hinchazón morado que tenía Adrián en el pómulo izquierdo.
-No me pidas que olvide que alguien te haga daño.
Adrián no supo que contestar. Ka le agarró de la mano y le llevó al sofá.
-Ha sido tu padre, ¿verdad?
Él asintió, apartando la mirada.
-¿Qué ha pasado?
-Se está gastanto todo el dinero que tenemos en los bares. Incluso el que nos prestas... Y no pienso consentir algo así.
-Discutisteis y...
-Empezamos como siempre, con amenazas, y al final con golpes. Me fui de casa para no seguir con la pelea. Le veo pocas veces, pero cuando lo hago, es horrible... No puedo con él.
Ka le acarició la mejilla.
-Adrián, denúnciale.
-Kairi, esto ya lo hemos hablado.
-Si, pero nunca se zanja este asunto. La solución no es quedarte de brazos cruzados y esperar a recibir el siguiente golpe. Basta ya, denúnciale. En dos meses serás mayor de edad y no dependerás de él.
-Si, ¿y mientras tanto? Además, es mi padre, mi familia, y no puedo hacer eso.
-Un padre jamás maltrataría a su hijo. Él no es tu padre, Adrián, es un maltratador alcohólico...
-Ka, no pienso hablar más de este tema. No lo haré y punto.
-Como quieras, Adrián... No me quedaré aquí para ver como dejas que te arruine.
Ka cogió su bolso y se fue de la casa.
No podía aguantar esa situación, se sentía terriblemente impotente. No sabía que podía hacer, ella sólo era una novia al margen de todos los problemas que pasaban en la vida de Adrián.
Le vino a la cabeza el nombre de alguien que podría ayudarla. Supo de sobra dónde encontrarla: en casa de David. Llamó nerviosa y abrió él mismo.
-¡Ka! ¿Qué haces aquí?
-¿Estás con Helena? ¿Puedo hablar con ella?
-Si, claro. ¿Estás bien, pequeña?
-Si, tranquilo. Al parecer no va conmigo el asunto...
David dejó pasar a Ka al salón, donde encontró la amiga que estaba buscando.
-¡Ka! Pensaba que estabas con Adrián.
-Estaba... ¿Podemos hablar en privado?
David y Helena se miraron. Ka estaba muy rara. Helena se levantó del sofá y se dirigió a una habitación.
-Acompáñame- le dijo.
Una vez estuvieron dentro y con la puerta cerrada, Ka no dudó en soltarlo todo:
-Su padre le ha vuelto a pegar.
Helena se llevó las manos a la boca.
-No jodas...
-Han tenido una discusión por dinero y... Esta vez se ha pasado. Tiene todo el pómulo hinchazo, quizás debería haber ido al hospital y todo...
-Nunca irá si no es grave...
-¿Qué hago, Helena?- dijo Ka casi llorando.
-Ka, tranquilizate, tú no puedes hacer nada, debe ser él.
-¿No puedo hacer nada? ¿Y que tengo que hacer? ¿Quedarme sentada viendo como mi novio es maltratado por su padre? No puedo, Helena, no puedo.
-¿Y qué piensas hacer entonces?
-Denunciarle.
-No tienes pruebas suficientes, y dudo que a Adrián le haga mucha gracia. Yo también intenté por todos los medios convencerle de que era la mejor opción, pero está aferrado a la idea de que es su única familia...
-¿Cómo se puede llamar familia a alguien tan cruel?
-Adrián nunca conoció otra cosa...
Ka soltó la primera lágrima.
-No creo que pueda aguantar verle así por mucho tiempo.
-Debes hacerlo, es lo único que puedes hacer... Estar a su lado.

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